Una sola puede destruir una ciudad entera, poner en peligro el medio natural y las vidas de las futuras generaciones debido a sus efectos catastróficos a largo plazo.
La primera resolución aprobada por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 1946 estableció una Comisión para tratar los problemas relacionados con el descubrimiento de la energía atómica, entre otros.
La resolución estableció asimismo que la Comisión debía presentar propuestas para “eliminar, de los armamentos nacionales, las armas atómicas así como todas las demás armas capaces de causar destrucción colectiva de importancia”.
Desde entonces, se ha establecido una serie de tratados multilaterales con el propósito de prevenir la proliferación, los ensayos nucleares y promover a la vez los avances en materia de desarme nuclear.
Entre ellos, cabe mencionar el Tratado sobre la No Proliferación de las Armas Nucleares (TNP), el Tratado por el que se Prohíben los Ensayos con Armas Nucleares en la Atmósfera, el Espacio Exterior, Debajo del Agua, también denominado Tratado de Prohibición Parcial de los Ensayos Nucleares (TPPE), y el Tratado de Prohibición Completa de los Ensayos Nucleares (TPCE), que fue firmado en 1996 pero aún no ha entrado en vigor.