Biomarcadores de imagen

29 de abril de 2022

Biomarcadores de imagen

La Radiología cuantitativa y los biomarcadores de imagen se desarrollan a partir de la implantación de la imagen digital. Las imágenes médicas planares o 2D están formadas por píxeles. Un píxel, acrónimo del inglés picture element, es la menor unidad homogénea que forma parte de la imagen digital. Los píxeles son los puntos de contraste de estas imágenes, siendo la escala de grises una gama de color monocromática y las escalas de colores las diferentes plantillas colorea-das.  Las  imágenes  digitales  se  forman  como  una  matriz  de  píxeles,  o  mapa de bits, cuya sucesión lógica marca la coherencia de la información representada en la imagen y cuyo valor representa el promedio de la información en ese punto para un espesor de corte determinado. En el caso de las imágenes planares, como la radiografía simple y la gammagrafía, este espesor representa todo el volumen examinado. En estas imágenes digitales cada píxel se codifica mediante un conjunto  de  bits  de  longitud  determinada,  llamada  profundidad  o  rango  dinámico. Usualmente en Medicina se codifica un píxel con un byte de 8 bits, de manera que cada píxel admite hasta 256 variaciones de color en  su  representación  visual.  La  señal  original  que  se  adquiere  de  un  sujeto debe pues escalar para que se ajuste a esta escala dinámica de posibles valores, aunque el dato intrínseco original del píxel siempre se mantiene para su posible tratamiento posterior. El  vóxel,  del  inglés  volumetric  pixel,  es  la  unidad  cúbica  que  compone una imagen tridimensional o 3D. El vóxel representa la mínima unidad  procesable  en  una  matriz  tridimensional  de  datos,  siendo  el  equivalente  del  píxel  en  un  espacio  2D.  Estas  imágenes  digitales  son  la  base  de  la  Radiología,  y  permiten  obtener  un  modelo  preciso  en  tres dimensiones del cuerpo humano como objeto de estudio para así representarlo en las pantallas de los ordenadores.

Las imágenes médicas digitales están estandarizadas en su formato.  Se  conoce  como  DICOM,  acrónimo  del  inglés  Digital  Imaging  and  Communication  in  Medicine,  al  patrón  mundialmente  aceptado  para  el  intercambio  y  almacenamiento  de  las  imágenes  y  los  exámenes  radiológicos. Este formato está pensado para universalizar el manejo, visualización, almacenamiento, impresión y transmisión de las imágenes y sus metadatos asociados. El estándar DICOM incluye la definición de  un  formato  de  fichero  y  un  protocolo  de  comunicación.  El  fichero  tiene una cabecera que codifica la información pertinente al paciente, el episodio, la prueba, y la técnica de adquisición. Este fichero DICOM incluye la imagen digital, que es la imagen radiológica propiamente dicha. Así, el formato DICOM permite la integración en un único sistema de los diferentes equipos, servidores, estaciones de trabajo y hospitales en una red de múltiples proveedores. Este sistema de información es una base de datos, conocida como PACS  por  su  acrónimo  Picture  Archiving  and  Communication  System, que  puede  estar  centralizada  en  el  hospital  pero  también  dispersa  en  nodos distantes mientras se cumpla con normativas adecuadas respecto al  almacenamiento  seguro  y  la  distribución  eficiente  de  las  imágenes  médicas  a  dónde  se  necesiten.  El  desarrollo  universal  de  la  imagen  DICOM y de los sistemas PACS de almacenamiento de la información digital han sido cruciales para el avance del procesado de imágenes y el  impulso  a  los  biomarcadores  de  imagen  subrogados  (Biomarkers Definitions Working Group, 2001)

fig. 1 pixel y voxel

Las imágenes de Resonancia Magnética han creado la base de muchos de los desarrollos utilizados en el procesado digital de las imágenes médicas. Esta técnica diagnóstica ha madurado durante las tres últimas décadas hasta convertirse en una modalidad diagnóstica muy versátil  y  extremadamente  útil,  aceptada  hoy  en  día  como  el  patrón  de  referencia  en  múltiples  entidades  nosológicas  dada  su  excelente  representación  anatómica  de  los  tejidos  blandos  y  su  demostración  de las diversas lesiones en todos los sistemas y órganos. Un ejemplo es su inclusión como criterio diagnóstico en entidades tan diferentes como la Esclerosis Múltiple o la Displasia Arritmogénica del Ventrículo  Derecho.  Una  de  las  características  principales  de  la  RM  es  su  alta sensibilidad a una gran cantidad de factores fisiológicos y biológicos  que  son  la  base  de  su  extraordinaria  sensibilidad  y  capacidad  de tipificación tisular.

La capacidad de la Resonancia Magnética de variar las secuencias de pulso con las que se adquieren las imágenes, las técnicas de adquisición, para así modificar y controlar el brillo del píxel y el contraste de la imagen en función del componente de información que predomine en  la  señal,  la  hacen  extraordinariamente  interesante  para  la  investigación  académica,  clínica  e  innovadora  en  medicina.  Así,  podemos  obtener  imágenes  de  Resonancia  Magnética  que  estén  potenciadas  principalmente en densidad protónica (DP) o en los tiempos de relajación  longitudinal  y  transversal  (T1,  T2,  T2*).  Pero  también  imágenes  en  las  que  domine  la  información  de  la  captación  de  contraste,  que  expresen  las  diferencias  de  fase  en  la  precesión  por  el  movimiento  macroscópico de los protones, por la susceptibilidad magnética o por el  grado  de  sensibilidad  a  la  magnetización.  O  bien  imágenes  en  las  que domine el efecto sobre el brillo del vóxel del desplazamiento químico debido al apantallamiento electrónico molecular, de la supresión o  excitación  selectiva  de  la  grasa  o  del  agua,  de  la  transferencia  de  magnetización entre el agua libre y la ligada, de la difusión molecular del  agua  microscópica,  la  espectroscopía  e  incluso  que  sea  este  brillo  de la imagen proporcional a la temperatura local del tejido estudiado. Los avances más recientes en el diseño de nuevas secuencias de pulso y en la construcción de equipos con intensidades de campo y sistemas de  gradientes  de  campo  cada  vez  más  potentes  han  hecho  que  la  Resonancia Magnética no se considere sólo como una modalidad clínica de diagnóstico, sino también como una herramienta clave en la investigación biológica y traslacional.

La  Tomografía  Computarizada,  con  sus  unidades  Hounsfield,  y  la  Ecografía,  con  las  adquisiciones  dinámicas  tras  la  administración  de  un  contraste  y  la  elastografía,  también  han  contribuido,  aunque  en  menor grado, al auge y desarrollo de los biomarcadores de imagen en Medicina.

Estas imágenes médicas, adquiridas con los equipos  actualmente  disponibles,  generan  una  extensa  información  que, bien estructurada, es muy útil en la asistencia a los pacientes. La expansión masiva de la potencia de cálculo computacional ha permitido aumentar la velocidad y la capacidad de procesamiento de las imágenes médicas  y  la  calidad  del  modelado  de  su  señal.  Este  progreso  genera  una  información  cuantitativa  que  no  podía  visualizarse  previamente  en  las  imágenes  fuente  originales  y  que  representan  la  aportación  radiológica  a  un  tratamiento  seguro,  personalizado  y  eficiente  (Lee  CI,  2010;  Martí-Bonmatí  L,  2009).  Además  de  los  biomarcadores  de  imagen,  el  procesado  digital  de  las  imágenes  médicas  puede  generar  una  información sobre su estructura que se conoce como Radiómica. Este término se refiere a las características multidimensionales extraídas de las imágenes, tanto fuente como derivadas, que pueden explotarse por técnicas de minería de datos (Gillies RJ, 2016).Así,  por  ejemplo,  si  conocemos  la  influencia  que  la  presencia  de  hierro, grasa y agua tienen en la magnitud de señal de un vóxel situado  en  el  parénquima  hepático  cuando  adquirimos  una  secuencia  eco  de gradiente con múltiples tiempos de eco, tanto en fase como en fase opuesta, seremos capaces de resolver, con el modelo adecuado y conociendo la fase de la señal, la cantidad de grasa, hierro y agua que tiene ese  vóxel  en  concreto.  Con  este  método  (Martí-Bonmatí  L,  2012)  se  obtienen imágenes paramétricas de la distribución de estos compuestos en el hígado. Las mediciones son fiables tras las correcciones oportunas de la señal, dada la complejidad espectral de la grasa y la influencia que la  presencia  de  hierro  y  grasa  tiene  en  los  valores  del  primer  eco  que  genera esta señal. Con estos mapas paramétricos obtenidos vóxel-a-vóxel se conoce no sólo la distribución espacial de estos compuestos  y  sus  valores  máximos  y  promedios,  sino  que  también  puede  analizarse  la  modificación  que  sufren  con  el  tiempo  y  el  tratamiento,  teniendo un papel muy importante en el estudio de la esteatohepatitis, la sobrecargas de hierro y la hemocromatosis. Los  biomarcadores  de  imagen  permiten  extraer  de  las  diferentes  imágenes  médicas  adquiridas  en  los  equipos  disponibles,  distintas  características  biológicas  de  una  forma  objetiva  (Buckler  AJ,  2011).  

fig. 2  Imagen paramétrica

Las  imágenes  digitales  extraídas  como  mapas  paramétricos  de  biomarcadores  de  imagen  representan,  vóxel-a-vóxel,  no  sólo  la  magnitud  de los valores de la característica analizada, sino también su distribución espacial 3D en el interior de un tejido, órgano o lesión determinada. 

Estos mapas sintéticos pueden considerarse así como verdaderas biopsias virtuales  que  muestran  las  anormalidades  objetivadas  con  una  correlación  real  con  el  mecanismo  biopatológico  analizado  (Gillies RJ,  2016).  Este nuevo paradigma en Radiología da información sobre los diferentes parámetros  morfológicos,  funcionales,  biológicos  y  de  respuesta  a  una  intervención obtenidos por un ajuste matemático numérico y con modelos computacionales de simulación. Permite ver los cambios asociados a la enfermedad y deben ser lo más específicos posibles. Los  biomarcadores  de  imagen  proporcionan  una  información  relacionada  con  la  situación  biológica  particular  de  un  individuo  o  un  paciente  para  una  determinada  propiedad  analizada.  Pongamos  un  ejemplo  guía.  Si  obtenemos  un  estudio  de  perfusión  dinámico  en  Resonancia  Magnética  mientras  se  administra  un  medio  de  contraste  basado en el gadolinio en un paciente con un tumor maligno cerebral, como  el  glioblastoma,  podemos  analizar  píxel-a-píxel  los  cambios  en  la  señal  producidos  por  la  llegada,  distribución  y  lavado  del  medio  de  contraste  en  la  lesión  y  en  el  parénquima  cerebral  adyacente.  Si  de  estas  variaciones  en  la  señal,  mediante  modelos  farmacocinéticos  adecuados,  podemos  extraer  propiedades  de  los  vasos  neoformados,  como su permeabilidad y densidad capilar, seremos capaces de predecir la agresividad regional en las distintas zonas del tumor, los diferentes hábitats de comportamiento, dada la relación entre proliferación celular,  agresividad  y  angiogénesis  (Padhani  AR,  2002).  También  seremos  capaces  de  diferenciar  con  esta  técnica  aquellas  zonas  peritumorales  microscópicamente  infiltradas  por  el  tumor,  con  una  mayor  expresión farmacocinética, de las que probablemente no lo están ya que su respuesta  tisular  a  la  administración  del  contraste  es  similar  a  la  del  parénquima  cerebral  normal  (Revert  Ventura  AJ,  2014).  Este  análisis  farmacocinético  se  ha  mostrado  también  muy  útil  en  la  valoración  de  la  neoangiogénesis  precoz  como  expresión  de  la  degeneración  del  cartílago articular (Sanz-Requena R, 2008; Martí-Bonmatí L, 2009). En  este  punto  debemos  insistir  en  una  de  las  premisas  de  la  radiología  cuantitativa.  La  señal  que  observamos  y  reconstruimos  en  las  imágenes  provienen  de  los  píxeles  y  éstos  representan  tejidos  o  lesiones complejas con mucha pluralidad interna en sus componentes y  propiedades  fisicoquímicas.  Es  decir,  los  píxeles  de  interés  no  son  homogéneos,  con  la  excepción  de  los  que  representan,  por  poner  un  ejemplo, el agua dentro de un quiste simple hepático o renal.

Dados los múltiples factores de confusión, es un factor a tener siempre en  cuenta  cuando  se  emplean  biomarcadores  de  imagen.  Es  por  esta  diversidad en sus constituyentes que debe garantizarse que las mediciones obtenidas tras los procesos computacionales tienen una relación lo más precisa posible, un coeficiente de correlación intraclases positivo lo más perfecto posible, con la realidad biológica. Hay que tener  en  cuenta  aquí  que  una  correlación  positiva  perfecta  entre  las  dos variables, la real y la calculada, implica una relación de causalidad aceptable en ausencia de sesgos. La interacción multidisciplinaria  entre  la  Medicina  y  las  ciencias  de  la  computación,  dentro  del  ámbito de la Ingeniería Biomédica, ha permitido abrir nuevas vías en la determinación de las características de la enfermedad. Estas propiedades deben evaluarse correctamente en los distintos escenarios clínicos. Los diferentes  equipos  y  modalidades  de  adquisición  de  imágenes  generan  mucha información contenida implícitamente en las mismas, inherente a su proceso de adquisición. Las técnicas de adquisición y los modelos matemáticos están continuamente en desarrollo y validación para garantizar nuestra capacidad de simular con precisión y representar adecuadamente el estado biofisiológico in-vivo de un tejido o una lesión.

fig 3. Espectroscopia por RMN

El  objetivo  final  de  los  biomarcadores  de  imagen  y  la  radiómica  no es más que asegurar una coherencia entre el análisis microscópico in-vitro, el estudio macroscópico in-vivo y la realidad virtual simulada in-silico. Sólo así podrá desarrollar la imagen médica todo su potencial para mejorar la evaluación de la respuesta en los ensayos clínicos, con-tribuir a definir las asociaciones fenotípicas y favorecer las mejoras en el ciclo de salud de los pacientes (Ashton E, 2010; Kurlanda BF, 2012; Krishnaraj A, 2014; Herold CJ, 2015). 

En la era de la Medicina personalizada, los biomarcadores de imagen representan el esfuerzo científico de la Radiología para estudiar las propiedades y el comportamiento de las diferentes lesiones y los tejidos, en  un  intento  por  describir  y  observar  con  exactitud  y  veracidad  las  dianas  más  pertinentes  a  la  enfermedad.  Para  hacerlo  de  una  forma  adecuada,  deben  aplicarse  todas  aquellas  herramientas  informáticas  y  de  minería  de  datos  que  permitan  analizar  los  diferentes  sistemas  biológicos y sus relaciones. La investigación y la innovación en Radiología  debe  realizarse  en  equipos  de  trabajo  multidisciplinarios  y  colaborativos (Herold CJ, 2015; Kang SK, 2015) [1].

[1]https://aprenderly.com/doc/3333467/biomarcadores-de-imagen-y-medicina-personalizada.

LUIS  MARTÍ  BONMATI. INSTITUTO   DE  ESPAÑA. REAL  ACADEMIA  NACIONAL  DE  MEDICINA BIOMARCADORES  DE  IMAGEN  Y MEDICINA  PERSONALIZADA

Aportaciones  de  la  Radiología  al  Desarrollo de  la  Medicina  y  la  Mejora  del  Ciclo  de  Salud de  los  Pacientes  a  través  de  los  Biomarcadores de  Imagen