La primera central nuclear comercial del mundo a escala industrial, Calder Hall, fue construida en 1956 en el Reino Unido, y desde entonces, la generación de energía eléctrica mediante centrales nucleares ha crecido considerablemente.
A pesar de que ha aumentado el desmantelamiento de los reactores más antiguos, la producción de energía eléctrica de origen nuclear sigue creciendo.
La producción de electricidad mediante la utilización de la energía nuclear contribuye muy poco a la exposición global a la radiación.
Los niveles generales de exposición debido a las descargas normales de los reactores al medio ambiente han disminuido. Esto se debe en parte a las mejoras de tecnología y debido a medidas de protección radiológica más estrictas.
En general, los efluentes procedentes de instalaciones nucleares ocasionan dosis muy bajas de radiación. Una persona que vive en los alrededores de una central nuclear se expone en promedio a una dosis efectiva anual de 0,0001 mSv.
Para el año 2003, la producción de residuos resultantes ascendieron a más de dos mil millones de toneladas. Algunos de baja actividad y otros de actividad media que se almacenan de forma definitiva en instalaciones cercanas a la superficie, pero existen muchos emplazamientos antiguos y abandonados, sólo unos pocos han sido rescatados, aunque en el pasado los residuos fueron vertidos al mar.