Contaminación de mariscos detectada con técnicas nucleares
Científicos del OIEA están ayudando a investigadores locales en Cuba a encontrar biotoxinas peligrosas en algas marinas que pueden provocar brotes de mariscos contaminados.
Las ciguatoxinas son venenos producidos por floraciones dañinas de algas microscópicas, que se producen principalmente en áreas tropicales y afectan principalmente a pequeños estados insulares en desarrollo. Estas biotoxinas pueden acumularse en la cadena alimentaria, especialmente en los peces más grandes, lo que representa un riesgo para los humanos que las consumen.
Los síntomas de la intoxicación por ciguatera pueden variar desde malestar digestivo hasta síntomas neurológicos como entumecimiento y debilidad.
Cada año, los brotes de estas floraciones de algas nocivas (FAN) son responsables de miles de intoxicaciones en todo el mundo debido al consumo de mariscos contaminados. Las floraciones de algas nocivas alteran la cadena alimentaria y pueden matar la vida marina y las aves marinas.
Muchos países han tenido dificultades para detectar y controlar eficazmente las ciguatoxinas en las floraciones de algas nocivas.
Para abordar el problema de las ciguatoxinas, el OIEA ha estado creando capacidad para la vigilancia de la ciguatera mediante técnicas nucleares e isotópicas que permiten identificar rápidamente las biotoxinas en los productos del mar e identificar con precisión los brotes en comparación con otros métodos. Los Laboratorios del Medio Marino del OIEA ayudan a garantizar que los países más afectados por la ciguatera puedan adoptar métodos innovadores de detección.
Por ejemplo, el OIEA ha organizado cursos de capacitación en Cuba sobre un nuevo enfoque para utilizar un «ensayo de unión a receptores» (RBA, por sus siglas en inglés) para detectar ciguatoxinas incluso en muestras que contienen múltiples variantes de toxinas. Esto equipa a los científicos locales con las herramientas para identificar los peces en alto riesgo de contaminación por ciguatoxinas y tomar decisiones informadas sobre la seguridad de los mariscos.
La tecnología RBA es de particular importancia, ya que ahora se utiliza como un método regulatorio reconocido para certificar la seguridad de los productos del mar, como los mariscos importados a la Unión Europea para su consumo.
La transferencia de esta tecnología RBA a las naciones caribeñas ha permitido a los científicos locales monitorear las toxinas marinas de manera más efectiva. La detección temprana de floraciones de algas nocivas que producen ciguatoxinas ha ayudado a las naciones del Caribe a implementar sistemas de alerta temprana para la seguridad de los productos del mar. El OIEA ha organizado talleres internacionales para capacitar a científicos de pequeños Estados insulares en desarrollo en las técnicas más recientes para detectar toxinas marinas y fomentar la colaboración mundial y el intercambio de conocimientos, de modo que incluso las naciones con recursos limitados puedan proteger mejor a sus ciudadanos y mantener una pesca segura y sostenible.
Los datos científicos recopilados ayudan a los países miembros a detectar y caracterizar las biotoxinas, lo que mejora la preparación y la respuesta ante las emergencias de salud pública pertinentes.
«Con las herramientas adecuadas, las floraciones de ciguatera y los brotes de ciguatoxinas pueden mitigarse de manera efectiva», dijo Alejandro García Moya, director del Centro de Estudios Ambientales de Cienfuegos (CEAC). «Los talleres del OIEA para transferir conocimientos sobre técnicas de vigilancia y gestión de toxinas marinas son un aspecto clave en la creación de capacidad y el fortalecimiento de los pequeños Estados insulares en desarrollo y, por consiguiente, tienen un impacto directo en la gestión de las floraciones de algas nocivas y sus efectos en nuestro medio marino y en las personas que dependen de ellos».
«El OIEA ha estado colaborando con los CEAC para mejorar la vigilancia de la ciguatera en la región utilizando técnicas nucleares e isotópicas», dice Florence Descroix-Comanducci, Directora de los Laboratorios del Medio Marino del OIEA. «Nuestra experiencia en ciencia y tecnología nuclear y las colaboraciones con socios científicos son un testimonio de lo que la ciencia colaborativa puede lograr» [1].
El primer laboratorio de América Latina y el Caribe capaz de detectar ciguatoxinas, las toxinas responsables de la intoxicación alimentaria no bacteriana más frecuente debida a alimentos de origen marino, comenzó a funcionar recientemente a pleno rendimiento en Cuba de resultas de la estrecha colaboración entre el OIEA y sus asociados locales. Las ciguatoxinas, unas moléculas de origen natural, son las responsables de la ciguatera, una enfermedad que causa decenas de miles de casos de intoxicación alimentaria por alimentos de origen marino cada año. El nuevo laboratorio también proporcionará servicios analíticos a otros países de la región.
Para abordar el problema de las ciguatoxinas, el OIEA ha estado creando capacidad para monitorizar la ciguatera en la región por medio de técnicas nucleares e isotópicas.
“Las ciguatoxinas han sido un grave problema en América Latina y el Caribe durante años, y ahora nos hemos convertido en el primer laboratorio de la región capaz de monitorizarlas in situ por medio de técnicas nucleares”, señala Carlos Alonso-Hernández, subdirector del Centro de Estudios Ambientales de Cienfuegos (CEAC). “Gracias a nuestra capacitación en técnicas nucleares, podemos contribuir a fortalecer los programas de inocuidad de los alimentos de origen marino, que son cruciales para la salud y el bienestar en nuestra región, así como para la economía”.
Las ciguatoxinas son una de las muchas biotoxinas de origen natural relacionadas con las floraciones de algas nocivas (FAN). Las algas microscópicas, que se encuentran en la base de la cadena alimentaria marina, proporcionan una fuente vital de nutrientes a los organismos marinos y producen más de la mitad del oxígeno de la Tierra. Sin embargo, factores como la surgencia costera o la escorrentía agrícola pueden aumentar los niveles de nutrientes en el agua y provocar floraciones de algas que, en algunos casos, producen biotoxinas como las ciguatoxinas. Cada año, las floraciones de algas nocivas, también llamadas “mareas rojas”, provocan decenas de miles de casos de intoxicación en todo el mundo debido al consumo de alimentos de origen marino contaminados. Los pacientes con ciguatera pueden presentar síntomas como vómitos, diarrea o mareos; en algunos casos extremos puede sobrevenir la muerte o alteraciones respiratorias en personas que hayan inhalado aerosoles tóxicos.
Las técnicas nucleares pueden identificar rápidamente la presencia de biotoxinas en los alimentos de origen marino y en el medio ambiente y detectar estos brotes con mayor precisión que otros métodos. Con este fin, los investigadores del OIEA han capacitado a científicos de cerca de 40 países, incluida Cuba, en el uso, entre muchas otras, de una técnica nuclear esencial, el análisis de unión de radioligando. Desde la asistencia para adquirir el material hasta la capacitación en técnicas de muestreo para determinar la presencia de especies de algas tóxicas o la preparación de muestras, el camino que los científicos cubanos han emprendido tendrá consecuencias más allá de las fronteras de su país, dice el Sr. Alonso-Hernández. El laboratorio de Cuba funciona ya a pleno rendimiento para detectar ciguatoxinas en muestras recibidas de otros laboratorios de América Latina.
En su empeño porque este proyecto tenga éxito, los responsables se han inspirado en las aplicaciones del análisis de unión de radioligando para identificar otras biotoxinas que se han puesto en marcha en El Salvador, Filipinas, Marruecos, Omán y Túnez. Esta técnica se basa en la interacción específica entre las toxinas y el receptor al que se unen (el blanco farmacológico); en él, una toxina marcada con un isótopo compite con la toxina de la muestra analizada por un número limitado de sitios de unión a los receptores, lo que permite cuantificar la toxicidad de la muestra. El OIEA también ha desarrollado otros métodos analíticos para cuantificar las biotoxinas y estudiar el mecanismo por el que los organismos marinos las incorporan y transfieren a la cadena alimentaria.
“Los brotes de floraciones de algas nocivas que producen ciguatoxinas solían estar limitados a las regiones tropicales y subtropicales; sin embargo, están apareciendo nuevas regiones endémicas, al tiempo que la expansión del comercio internacional de alimentos de origen marino también está propagando el riesgo de contaminación de estos alimentos”, comenta Marie-Yasmine Dechraoui Bottein, científica investigadora de los Laboratorios del OIEA para el Medio Ambiente, en Mónaco. Así pues, la cuestión de las floraciones de algas nocivas está adquiriendo cada vez más importancia a escala mundial, especialmente debido a que su aumento se ha asociado al cambio climático. El OIEA está trabajando en una estrategia interinstitucional para combatir las ciguatoxinas mediante un enfoque multidisciplinario junto con la Organización Mundial de la Salud (OMS), la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y la Comisión Oceanográfica Intergubernamental de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (COI-UNESCO).
Las actividades de los Laboratorios del OIEA para el Medio Ambiente en Cuba forman parte de un proyecto de cooperación técnica más amplio en el Caribe centrado en fortalecer la monitorización regional y la respuesta para lograr un medio ambiente marino y costero sostenible [2].
[1]https://www.iaea.org/newscenter/news/seafood-contamination-detected-with-nuclear-techniques
[2]https://www.iaea.org/es/newscenter/news/laboratorio-ciguatera-ciguatoxina-cuba