Riesgos de las fuentes radioactivas selladas en medicina

9 de agosto de 2022

RIESGOS DE LA FUENTES RADIACTIVAS SELLADAS EN  MEDICINA

Las fuentes radiactivas selladas se utilizan comúnmente en diversas aplicaciones médicas con fines tanto de diagnóstico como terapéuticos. Las fuentes que se utilizan en aplicaciones médicas por lo general tienen niveles de radiactividad elevados y, por consiguiente, tienen posibilidades de causar lesiones graves y potencialmente mortales si se usan de manera inadecuada o dolosa, o de suponer un riesgo si se extravían o son robadas. Entre las fuentes radiactivas selladas que se utilizan para tratar enfermedades están las fuentes de teleterapia, que aplican desde una fuente externa al cuerpo del paciente dosis exactas de radiación en una zona del cuerpo bien definida a fin de tratar el cáncer. Para la teleterapia con fuentes radiactivas selladas generalmente se utiliza cobalto 60 como fuente de radiación, si bien algunos equipos más antiguos pueden utilizar cesio 137. El equipo de teleterapia puede utilizarse de forma segura y eficaz para tratar tumores cancerosos, pero su eficacia depende de una correcta realización de la instalación, la calibración, la revisión y el mantenimiento, y solo debe ser utilizado por personal capacitado y bajo la correspondiente supervisión médica [1].

Una fuente sellada es “material radiactivo sellado de forma permanente en una cápsula o fuertemente consolidado y en forma sólida”. La cápsula o el material de una fuente sellada son duraderos y tienen la resistencia suficiente para mantener la estanqueidad en las condiciones de uso y desgaste para las que se diseñó originalmente la fuente, así como en los percances previsibles. En muchos casos, se utiliza un doble encapsulamiento. Las fuentes radiactivas se utilizan en una amplia gama de prácticas en la industria, la medicina, la agricultura, la investigación y la educación, así como en aplicaciones militares y de defensa. Las fuentes que se utilizan en esas aplicaciones contienen una variedad de radionucleidos, formas y cantidades de material radiactivo y presentan una amplia gama de propiedades físicas, químicas y radiológicas. Cuando una fuente sellada queda en desuso, es necesario seleccionar una opción de gestión adecuada para ella. Para seleccionar una opción de gestión es importante obtener toda la información necesaria sobre los parámetros de la fuente. En las secciones siguientes se describen brevemente los parámetros y las características de las fuentes selladas que son más importantes a la hora de seleccionar y aplicar una opción de gestión adecuada [2].

Asimismo, las fuentes de cobalto 60 necesitan ser reemplazadas regularmente y esta tarea solo puede ser llevada a cabo por un proveedor de fuentes autorizado. La opción preferible para gestionar adecuadamente las fuentes en desuso es devolverlas al proveedor después de cambiarlas. Si ello no es posible, se deben someter a disposición final de acuerdo con los requisitos reglamentarios del país. Otro uso médico común de las fuentes radiactivas selladas es la braquiterapia, en la cual la fuente radiactiva sellada se pone en contacto directo con el paciente. Se inserta en un tumor ya sea manualmente o bien a distancia mediante equipo especial. La carga a distancia es más frecuente actualmente porque ofrece un riesgo menor de exposición del personal médico a la radiación y reduce el riesgo para los pacientes. Dado que las fuentes de braquiterapia se implantan y posteriormente se quitan, se debe tener cuidado en asegurar que no quede ninguna fuente implantada una vez efectuado el tratamiento. Según las especificaciones de los fabricantes, algunas fuentes de braquiterapia necesitan ser reemplazadas cada 10 o 15 años. Para ello se requieren no sólo procedimientos adecuados de protección radiológica durante la sustitución y la transferencia, sino también procedimientos e instalaciones adecuados para la disposición final permanente de todas las fuentes de braquiterapia en desuso. En los últimos años, las fuentes radiactivas selladas también se han utilizado para realizar intervenciones de radiocirugía estereotáctica con un dispositivo denominado bisturí de rayos gamma para tratar de manera no invasiva tumores y otras alteraciones en el cerebro. El uso de esta tecnología no está muy extendido; en 2012 había solo alrededor de 200 aparatos instalados en todo el mundo. En el aparato hay múltiples fuentes radiactivas selladas de cobalto 60 dispuestas en una matriz circular a fin de concentrar numerosos haces de radiación diminutos en un punto definido del interior del cerebro. Estas fuentes radiactivas selladas deben reemplazarse periódicamente y el procedimiento solo puede ser efectuado por agentes del fabricante capacitados y autorizados. Después de cambiar las fuentes radiactivas, las fuentes gastadas que han sido reemplazadas deben ser devueltas al proveedor o al fabricante o sometidas a disposición final en condiciones de seguridad.

Las fuentes radiactivas selladas también se utilizan en entornos médicos con fines de esterilización; los objetos interpuestos al haz reciben niveles de radiación que inactivan o matan los microorganismos del material irradiado. Este proceso se lleva a cabo habitualmente para la sangre humana utilizada para transfusiones y también puede utilizarse para varios otros fines. Estos irradiadores contienen una fuente de actividad alta de cobalto 60 o cesio 137 en el interior de una vasija fuertemente blindada de alrededor de un metro de diámetro y 1,5 metros de altura, aunque las dimensiones varían de un fabricante a otro. El objeto a irradiar se coloca dentro de una cámara diseñada a tal fin, la cámara de seguridad, y se dejan las fuentes al descubierto en el interior de la cámara durante el tiempo necesario para alcanzar una dosis de esterilización. El irradiador puede contener varias fuentes individuales en una matriz diseñada para crear un campo de radiación uniforme en la cámara. Después de unos años suele ser necesario cambiar las fuentes. La sustitución de las fuentes solo puede ser efectuada por agentes del fabricante capacitados y autorizados, y las fuentes sustituidas deben devolverse al fabricante para su disposición final.

Aunque la formación adecuada y la experiencia disminuirán el riesgo de exposición a la radiación durante el uso de fuentes radiactivas selladas, la gran mayoría de los incidentes y accidentes graves generalmente están relacionados con dispositivos y fuentes que han sido extraviados o robados. La aplicación de procedimientos y buenas prácticas operacionales puede reducir el número de esos sucesos al impedir en primer lugar que la fuente se extravíe o sea robada. El pequeño tamaño de las fuentes de braquiterapia y la facilidad con que pueden transportarse son importantes para que cumplan la función para la que están destinadas, pero también las hacen más susceptibles de ser extraviadas, puestas en lugares erróneos o robadas. Las máquinas de teleterapia y los irradiadores son aparatos mucho más grandes y es improbable que el aparato entero pueda extraviarse inadvertidamente. Sin embargo, después de años de estar fuera de uso en una instalación, estos aparatos han llegado a venderse a recicladores de chatarra sin hacer quitar primero la fuente radiactiva sellada. La falta de control en estas situaciones suele ser el resultado de una gestión inadecuada de los registros y el inventario, y los trabajadores olvidan que en el interior del aparato hay una fuente radiactiva sellada. Los aparatos obligatoriamente deben llevar una etiqueta que indique su contenido radiactivo, pero esas etiquetas pueden desprenderse inadvertidamente o quedar ilegibles a consecuencia del uso o el deterioro. El medio más eficaz para prevenir accidentes o incidentes con fuentes radiactivas selladas es la adopción de hábitos de trabajo y medidas adecuadas que reduzcan la probabilidad de que una fuente se extravíe o sea robada. Las organizaciones y empresas que utilizan fuentes son responsables de adoptar las medidas necesarias para proteger al público, el medio ambiente y a sí mismos durante el trabajo con una fuente radiactiva sellada. Las fuentes que ya no se utilizan deben ser devueltas al fabricante, sometidas a disposición final como desechos radiactivos, si es posible, o acondicionadas para su almacenamiento a largo plazo en condiciones de seguridad con el consentimiento del órgano regulador del país [1].

Fig 1. Contenedor radiactivo

[1] https://www.iaea.org/sites/default/files/publications/magazines/bulletin/bull55-4/55405812930_es.pdf

[2] https://www-pub.iaea.org/MTCD/Publications/PDF/P1657S_web.pdf